viernes, 26 de julio de 2013

Enrique Beotas, D.E.P.


Escribo este blog con profunda tristeza, después de confirmarse la muerte del periodista y amigo Enrique Beotas en el trágico accidente de Santiago. Y digo amigo porque aunque nos viéramos muy de tarde en tarde desde que nos conocimos hace muchos años en Barcelona, lo consideraba un amigo, por la forma en que me trataba, por el afecto mutuo y por muchas conversaciones que habíamos mantenido desde aquel día. El azar quiso que cuando yo entré a trabajar en Acciona él ocupara el puesto de Director de Relaciones Institucionales en la compañía, lo que nos permitió rememorar como nos habíamos conocido, y  comentar la actualidad catalana vista desde Madrid, en plena discusión de la reforma del “Estatut”.

Yo conocí a Enrique siendo Consejero. Él quería organizar un concierto benéfico en el Palau de la Música, para recoger fondos para una Fundación de la que era responsable, y que cada año por Navidad, llamaba a la sociedad para pedirle solidaridad con los niños que la necesitaban. Había editado un CD con música de Montsalvatge, y me pido apoyo del Departamento, cosa que hicimos y de la que me siento satisfecho. Fue un acto muy agradable, y exitoso.

Enrique nació en Ávila, pero se consideraba “muy gallego” hasta el punto que había creado un espacio virtual llamado la “Galicia Sexta Provincia”, para situar a los que no siéndolo se sentían gallegos. Tenía también un profundo afecto por Cataluña, hablaba catalán y se sabía las letras de muchas canciones o fragmentos de poesía que recitaba con esa voz fuerte y envolvente que tenía. Periodista que había trabajado en todos los ámbitos, fue creador y responsable de un programa de radio que se llama “La Rebotica”, un programa que el calificaba de socio-sanitario, utilizando esta denominación cuando nadie lo hacía, excepto en Cataluña, donde ya existía un programa de atención socio-sanitaria que a él le gustaba mencionar y loar.

La última vez que estuve con él fue el 9 de febrero de este año. Me invitaron a una mesa redonda que Enrique moderaba para hablar de sanidad pública y sanidad privada, organizada por “Psiformacion”, una entidad creada por jóvenes psiquiatras de Madrid para fomento de la formación continuada y de la calidad asistencial en esta especialidad.  Fue un debate interesante pues estábamos inmersos en la llamada “privatización” de la sanidad o mejor dicho, del proceso de externalización de la gestión sanitaria en determinados hospitales que había impulsado la Comunidad de Madrid.  Días antes había estado en su estudio grabando el programa de radio dedicado a la jornada y compartí micrófono con Javier Quintero, alma mater de la jornada y el resto de participantes. Me encantó volver a un estudio de radio. Lo había hecho muchas veces siendo consejero y es un medio en el me sentía más cómodo que la televisión. Estar con Enrique fue como si estuviéramos en la salón de casa, relajados, tranquilos y disfrutando de la conversación. Era divertido como dirigía el programa, los gestos que hacía para las cuñas musicales, y el acierto en escoger determinadas canciones.

Le recuerdo muy preocupado por la política de recortes, y por todo lo que se había hecho en los últimos meses. Era una persona que conocía perfectamente a nuestro sector, sus fortalezas y debilidades. Aunque pudiera parecerlo no era complaciente en aquel momento con lo que estaba pasando, su voz y su pensamiento era crítico pero objetivo, hecho que a veces no abunda en los medios de comunicación. Quedamos en vernos en los próximos meses...

La muerte es injusta. Pero está aquí con nosotros.
Sirvan estas líneas de modestísimo homenaje a una gran persona. Desde aquí mi más sentido pésame a su mujer, a su hija, familiares y a tantos amigos y conocidos que le queríamos.

Eduard Rius, 26 de julio de 2013

viernes, 19 de julio de 2013

Los sobres


Mirando estadísticas sobre las profesiones más peligrosas del mundo, no he encontrado que se incluya en ellas a los políticos, supongo porque no se asimila el ostentar un cargo político a una profesión, y se considera una acción altruista que vehiculiza la vocación de servir a la comunidad ya sea desde un cargo electo o por designación. Si se incluyera, dado el prestigio de “lo político” en estos momentos, ocuparía sin lugar a duda el primer puesto en peligrosidad y el último en cuanto a reconocimiento social. Y esto es preocupante, porque no hay democracia si no hay votos, como tampoco la habría sin políticos, o sin los poderes básicos de un estado de derecho. A los políticos los necesitamos, y los queremos honestos por encima de todo,  comprometidos y fieles a sus idearios y programas, y con capacidad de generar liderazgo.

¿Pero que nos encontramos? Pues un panorama totalmente desolador.

La corrupción lleva años minando la credibilidad de la clase política española incapaz de resolver de una vez por todas la financiación de los partidos políticos y sin valentía para limpiar o expulsar de sus filas a las “manzanas podridas”, lo que los hace a todos iguales ante la opinión pública: una multitudinaria panda de chorizos.  Y esto no es cierto porque existen políticos “de pata negra”, honestos, que es lo mínimo que se les puede exigir. Habiéndome dedicado a la política durante unos años, me siento de alguna forma afectado por el rechazo, la crítica más feroz y el desprecio que hay en estos momentos en España hacia la mal llamada “clase política”.  Desde la humildad y la fidelidad a unos principios reivindico que se puede hacer política de otra forma.

Sorprende, y entristece a la vez, la nula capacidad de gestión por parte del Gobierno de Mariano Rajoy de una crisis descomunal que se inicia con unos “sobres” y que nos sabemos muy bien donde acabará. Pero no se trata solo del PP, la corrupción afecta a la totalidad de los partidos parlamentarios, y digo todos, porque no creo que sepamos todas las corruptelas que inundan ayuntamientos, comunidades autónomas u otros organismos. Ni tampoco parece que haya unanimidad para calificar un acto corrupto. ¿Es o no corrupción estar sentado en un consejo de administración de una caja de ahorros y llevarla a la ruina aprobando créditos para amiguetes u operaciones de dudosa rentabilidad?. Para mí, eso es corrupción que no ignorancia, y lo digo especialmente por Izquierda Unida que quiere aparecer en esta opereta trágica como la inmaculada concepción. Aquí no hablamos de cantidad de calidad.

Aunque debe primar siempre la máxima de que “todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario”, lo cierto es que en este momento la sensación que tienen la mayoría de los ciudadanos es de “contaminación total”, no vislumbrándose un horizonte de esperanza que regenere la vida política en nuestro país. Y esta regeneración no pueden hacerla los que ahora están. Lisa y llanamente no puede venir de dentro, son demasiadas las complicidades y los guiños entre partes. Creo que todos los políticos que están hoy deberían irse a casa, y que una nueva generación debería surgir para reconducir el bien más preciado: el estado democrático. Esto es imposible supongo, y que deberá pasar tiempo para que se produzca este lavado y centrifugado de quienes se han convertido en dueños de lo público, en mostrar generosidad o malversar con los impuestos de todos, en querer mostrarse como salvadores nuestros, cuando quien debe redimirse son precisamente ellos.

Como no podía ser de otra forma, estamos dejando en manos de la justicia esta catarsis nacional sobre la corrupción, con la esperanza que actúe de forma imparcial y contundente. Pero nuestra implicación como ciudadanos debe ir más allá del voto, hemos de constituirnos en “voceros” de la regeneración política, en defensores de un cambio en la estructura y funcionamiento de los partidos políticos, y en fomentar todos aquellos instrumentos democráticos que refuercen la participación y  la “rendición de cuentas”.

El silencio del Presidente del Gobierno nos implica a todos y no nos favorece. El “quién calla otorga” está calando en la visión colectiva de esta grave crisis institucional, que unida a otras, desdibuja cualquier visión de futuro que queramos componer en este momento.

Este es un blog de gestión y política sanitaria, pero no puedo mantenerme ajeno a algo que me entristece profundamente y genera en mí, rechazo a sentirme ciudadano de este país.

Eduard Rius, 19 de julio de 2013

 

 

lunes, 15 de julio de 2013

La difícil tarea de escribir

Hace más de un año, el "Centre d'Estudis Jordi Pujol", me encargó la redacción de un libro que recogiera las actuaciones en el ámbito de la sanidad de  los diferentes gobiernos del President. Me facilitaron algún material ya redactado y con la ayuda de Alex Figueres, que estuvo trabajando conmigo en el Gabinete de la Consejería, he ordenado, completado y dado forma al resumen de la acción de gobierno durante 23 años. He de confesar que no ha sido tarea fácil y que no he cumplido -lo que me avergüenza considerablemente, los plazos marcados, en parte por falta de tiempo y por las dificultades de resumir en un espacio limitado la ingente actividad de un Departamento como el de Salud, tan importante para el conjunto de la ciudadanía, pero también por la distancia entre Madrid y Barcelona, que más que geográfica es “temporal”. Ha pasado mucho tiempo desde que deje la política y estoy ahora completamente fuera del "modelo sanitario catalán", por lo que contactar de nuevo ha tenido sus dificultades y sensibilidades.

A pesar de todo espero por fin que el libro vea la luz a la vuelta del verano, con lo que se habrán cerrado ya todas las monografías dedicadas a la obra del gobierno que presidió durante 23 años Jordi Pujol. Me tocará supongo recibir críticas a troche y a moche, cosa que no pensé cuando acepte el encargo, pero la verdad que ya estoy curtido en este aspecto, después de ver como se deshacen las lealtades y las complicidades -con notables excepciones, y donde el dicho "si te he visto no me acuerdo" hace cruda la realidad que nos toca vivir.

Son tantas las actuaciones y las reformas que se realizaron que quizás justifiquen el por qué ha tardado tanto la publicación de este libro. Resumir no es tarea fácil y hacerlo precisamente en uno de los ámbitos donde la actuación gubernamental fue de las más intensas, las actividades realizadas fueron ingentes y muchos los agentes implicados, lo complica todo.

Los servicios sanitarios eran considerados fundamentales dentro del concepto de estado del bienestar que la Constitución del 78 instituyó, acercándonos de esta forma a la mayoría de los países europeos de nuestro entorno, en los que aspirábamos convertirnos. Hay que decir que lo conseguimos. La sanidad ha sido uno de los logros más importantes de los últimos años, en Cataluña y en todo el estado español. Nuestro sistema sanitario ha llegado a ser uno de los mejores del mundo por su universalidad, equidad, nivel de prestaciones y calidad. Teníamos además unos profesionales sanitarios de excelencia y en conjunto, unas infraestructuras modernas con un alto nivel tecnológico. Por otro lado el peso en la acción de un gobierno en este ámbito es importantísima: hay que tener presente que solo la sanidad se llevaba más del 34% del presupuesto de la Generalitat, por lo que su gestión es crucial en el control del déficit.
 
Se habrán dado cuenta que estoy utilizando el pasado -"ha llegado a ser", porque está claro que en los dos últimos años el retroceso ha sido muy importante, hasta el punto de que hemos perdido uno de los principios fundamentales que parecían inviolables como es la universalidad. La aprobación del “Real Decreto Ley 16/2012, de 20 de Abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del SNS y mejorar la calidad de sus prestaciones”,  ha sido una auténtica estocada al sistema, con efectos difíciles de evaluar en estos momentos, pero que serán negativos a medio y largo plazo.
Y además está la crisis que ha comportado cambios en muchos aspectos de la vida social y económica que nos toca vivir. Y ha venido para quedarse. Como se dice ahora "nada volverá a ser igual". Hay quien sostiene que las crisis conllevan también grandes oportunidades para fomentar cambios y para corregir lo que se estaba haciendo mal. Y es cierto. Los drásticos recortes presupuestarios no se han traducido en un empeoramiento generalizado de los servicios y se ha conseguido producir de forma más eficiente, sin cambios en los parámetros de morbimortalidad que conozcamos. Pero es obvio que todo tiene un límite, y el incremento de las listas de espera, las restricciones de acceso a nuevos medicamentos o la obsolescencia tecnológica en algunos de nuestros hospitales, empiezan a marcar una tendencia que debería preocuparnos y movilizarnos.

¿Y está ocurriendo esto? Sí y no.

“Sí” por ejemplo en la comunidad de Madrid, donde hemos estado inmersos en un ambiente de gran conflictividad en reacción a la voluntad del gobierno de la región de "externalizar" la gestión sanitaria en seis hospitales, proceso que causalmente ha sido paralizado tras un recurso presentado por el PSOE. Ha habido pues reacción, liderada principalmente por los agentes sociales, y menos por los facultativos.

Y digo "No" porque a nivel de comentaristas y analistas políticos, este hecho -la ruptura de uno de los principios fundamentales del sistema sanitario, no ha sido tratado con la misma intensidad ni vehemencia con la que se tratan otros asuntos de estado como la corrupción, por no hablar del camino emprendido por Cataluña en los últimos meses. Y esta de falta de sensibilidad es preocupante, más allá de la que tenemos los que estamos trabajando en este sector o del interés coyuntural de los políticos. Porque es importante señalar que tanto el PP como el PSOE siempre han utilizado la sanidad cual arma arrojadiza en su enfrentamiento diario, sin ser capaces de encontrar un espacio de discusión no partidista ni demagógico, que permita afrontar la adaptación de sistema a una nueva realidad social y eminentemente económica
 
Modestamente, y dado por hecho que es mejorable lo escrito, creo que leer lo que vaya a publicarse nos puede ayudar en la búsqueda de la sostenibilidad del “Servicio Nacional de Salud”.

Eduard Rius

Julio de 2013
 
(Largo paréntesis el mío, pero aquí estoy otra vez, y no será porque no haya temas, entre "barcenas", "eres", rescates, quitas, y otras penas. Al menos la “prima de riesgo” parece que se haya ido de vacaciones)