miércoles, 19 de septiembre de 2012

La independencia de Catalunya

Sabiendo de mis orígenes y habiendo pasado por la “política”,  me pregunta mucha gente aquí en Madrid, que pienso sobre la situación en Catalunya, después de la manifestación independentista del pasado 11 de septiembre. Y la verdad es que no me siento suficientemente informado sobre lo que está pasado, ni un tengo hoy por hoy un posicionamiento claro.
Vaya por delante que nunca he sido independentista, o dicho en otras palabras: me siento más catalán que español. ¿Y esto que quiere decir?: como soy un hombre "practico" y quizás poco soñador, veía la independencia de Catalunya como algo inalcanzable, una meta que nunca llegaría a realizarse, no porque no existiera un deseo más o menos colectivo, sino porque nunca España permitiría una secesión o separación de estas características. Me era pues más cómodo no ser independentista y ser nacionalista.
Dicho esto, hay dos hechos importantes que resaltar.
El primero: la aventura del nuevo Estatut y la sentencia del Tribunal Constitucional rompió totalmente los lazos que pudieran existir entre Catalunya y España y que se habían ido tejiendo con dificultades en los años en que hemos vivido en democracia. Las grietas son hoy muy profundas: "España no nos quiere, no encajamos, más bien molestamos, siempre estamos pidiendo y nadie se cree los datos de la balanza fiscal".
He podido comprobar en persona el total desconocimiento que existe aquí en Madrid sobre la realidad del concierto vasco y el sistema de financiación de las CCAA. Nosotros somos los malos. 
El otro hecho importante para analizar lo que está pasando es que no podemos mirar atrás. No nos sirve hablar de lo que se hubiera tenido que hacer y no se hizo, o de lo que se ha hecho mal, o de que el pacto fiscal va a servir para que Catalunya refuerce su autonomía o su capacidad de autogobierno. Es tal la fuerza que se desprende del 11 S que se ha llevado por delante todo lo anterior. Es un punto de inflexión que ha arrollado a todos los partidos políticos y en especial en mi opinión a CDC-UDC, que no tienen otra opción que recoger la antorcha y colocarse delante de este movimiento ciudadano, si no quieren  que les manden a casa en las próximas elecciones. 
Porque esto es lo que tiene que pasar ahora.
Convocar elecciones, que los partidos pro-independencia lo digan claro en sus programas, y del resultado de las elecciones, se pueda ver -que es así como se hace en democracia, que porcentaje de población está a favor de la secesión del estado español. A partir de aquí se iniciará un nuevo camino con base democrática y ya se verá. No creo que estemos hablando de un sueño ni de una pesadilla, estamos hablando de una realidad que está aquí y que las urnas constataran si continúa estando.
Creo para acabar que la Corona se ha equivocado profundamente. Su papel por encima de la política y de arbitraje en última instancia, se lo ha llevado la desafortunada carta publicada ayer. Catalunya, un estado independiente, bajo la Corona española hubiera podido ser una fórmula. Sonará extravagante, pero era una opción.

Madrid, 19 de septiembre de 2012